El bienestar es un estado óptimo en el ámbito físico, psicológico, social, de sentido y propósito y académico-ocupacional que se logra a través de la búsqueda activa de distintas actividades, intereses y acciones, en un entorno favorable para su desarrollo.
Este bienestar se asocia al juicio o evaluación que una persona tiene respecto a su buen funcionamiento en su esfera subjetiva. Implica el tener una actitud positiva hacia sí mismo, aceptando los propios aspectos positivos y negativos, una sensación de desarrollo continuo y apertura a nuevas experiencias. Por lo regular, la persona se siente alegre y de buen ánimo, feliz, tranquila, satisfecha, y llena de vida.
El bienestar físico se asocia al funcionamiento corporal y la capacidad de sentir el medio ambiente externo. Incluye el cuidado del cuerpo, con la higiene, con la mantención de una alimentación equilibrada, con un buen dormir, con la realización de ejercicio o actividad física de forma regular y la experimentación en la mayor parte del tiempo, de pocas molestias o dolores físicos, tratando de producir equilibrio y armonía corporales a través del estilo de vida saludable.
Por bienestar social se entiende la valoración que hace la persona de en qué medida el contexto social y cultural en que vive es percibido como nutriente y satisfactorio y de en qué medida se percibe que se es un aporte a la sociedad. Esto incluye sus interacciones sociales, la profundidad de sus relaciones y la disponibilidad que tiene de apoyo social.
Esta dimensión del bienestar reconoce la importancia de la satisfacción, el crecimiento y el aporte que las personas piensan que obtienen a través de sus estudios o trabajo. Se asocia con la inspiración y satisfacción personal en estos ámbitos y con el disfrutar haciendo sus tareas, de modo que la persona siente que puede explorar varias opciones profesionales y lo alienta a buscar nuevas oportunidades. La persona logra equilibrar las demandas de los estudios y logra resolver los conflictos que se pueden presentar y ellos no alteran de forma permanente su compromiso académico o laboral.
Esta dimensión, también llamada bienestar espiritual, se asocia a la sensación que tiene una persona sobre la expansión del propósito y sentido de sí mismo, y la conexión con algo más grande que uno mismo. La persona experimenta que su vida tiene un sentido que va más allá de sus propios límites y activamente busca su trascendencia individual o colectivamente a través de distintas vías, como son una religión organizada, la meditación, la acción social, el arte u otro tipo de asociaciones informales o grupos de encuentro en torno a un tema que le inspira.